25 marzo, 2010

Exhumación en Benagéber

Es la primera Exhumación realizada en la Comunidad valenciana sobre hechos relacionados como consecuencia de la Guerra civil y la represión en el Franquismo.

En el Magnífico libro de Salvador F. Cava, "Los guerrilleros de Levante y Aragón", encontraremos toda la historia relativa a estas muertes.

Incluyo un extracto:

Entre el enfrentamiento del martes 18 de marzo y el asalto al campamento de Benagéber el día 25 pasan siete días. En ese intermedio, los guerrilleros han trasladado al herido “Vargas” desde una casita próxima a la del Valiente, Mari Luna, donde le curan inicialmente, hasta el campamento situado a una hora de la Casa de la Olivera de Nieva, dirección Sinarcas, en La Pardala. Desde aquí, acto seguido, lo han bajado a la aldea de Nieva a Casa de la Paquita. De hecho, el domingo día 23 han estado dos guerrilleros descansando durante dos o tres horas en este punto de apoyo, para después trasladarse al campamento, y no sin antes pedir que les compren un kilo de plátanos y una botella de coñac. Dado que en el campamento hay un guerrillero con conocimientos de practicante y así apodado, se le designa para que atienda a “Vargas”. Se trata de Manuel Torres Hervás (…). No era difícil tirando del hilo, deteniendo y torturando a diestro y siniestro, a mujeres, hombres y chiquillos, hallar algún cabo suelto, y más si alguien delata, como lo hizo el guarda apodado “El Chepa”, vecino de la Casa de la Paquita, la presencia de la guerrilla en el pajar que lógicamente fue el punto donde se produjeron las primeras bajas. Un buen número de detenidos en Benagéber son alineados en la explanada de la Hospedería. Prácticamente todos los que vamos citando. Allí están entre todos ellos los cinco a quienes poco después, de una manera o de otra, se les aplicaría la ley de fugas. A los cinco denunciados se les separa del grupo, en tanto que otros aproximadamente 25 componen la fila. La reacción consiguiente de la GC es dar rienda suelta a su oficio de represión que según la prensa guerrillera supondría torturas tanto a mujeres como a hombres con inyecciones de aguarrás, silla eléctrica, pinchazos con agujas alpargateras e intentos de violación. En la misma puerta de La Paquita resultarían muertos los dos guerrilleros que se cobijaban en sus dependencias, tanto “Oriel el Practicante”, como “Vargas”.



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