19 noviembre, 2009

Manuel Gómez Cantos

Manuel Gómez Cantos “El Sanguinario”

Historia de uno de los ejemplos represivos de los que se valió Franco para acabar con el Maquis.

El teniente coronel de la guardia civil Gómez Cantos, dejó su puesto de gobernador civil de Pontevedra, y ocupó en Extremadura la comandancia de Cáceres en 1942, lo que le convirtió en el responsable máximo de la persecución de huidos y maquis en Extremadura.

La visión de este guardia civil de lo que tenia que ser su trabajo, la puso en practica con sangrientos episodios de terror, uno de los cuales se materializó en el pueblo de Alía.

El 28 de agosto de 1942, Gómez Cantos salió de su lugar de alojamiento, el monasterio de Guadalupe, se despidió de los curas que vivían en el mismo, y se dirigió hacia Alía.

Una vez en el pueblo, junto con un numero importante de fuerzas, convocó en el cuartelillo a una serie de personas que previamente habían sido elegidas al azar.

En numero de treinta, uno a uno fueron ingresando en el cuartel para lo que ellos creían en principio, que no era otra cosa que “arreglar papeles”. Los treinta [entre ellos había varias mujeres] fueron fusilados a la vista de todo el pueblo, en lo que no era otra pretensión que aterrorizar a las gentes de la región para que negaran el apoyo a los Maquis.

Debió pensar este buen mando represivo, que su actuación había surtido el efecto deseado, así que no se le ocurrió otra cosa que repetir su “proeza” en un pueblo cercano a Alía, Castilblanco.

La vez anterior la lista le debió parecer corta, así que ahora con noventa nombres apuntados, la cosa iría mejor. La casualidad hizo que los vecinos, conocedores de lo que pasó en Alía, alertaron a un cura navarro que se encontraba en el pueblo, y que había hecho la guerra con los requetés. Ambrosio Eransus le paró los pies amenazándole incluso con pegarle un tiro si molestaba a algún vecino. Esta era la primera vez que topaba con la iglesia, la segunda le fue peor.

En abril del 1945 entran en Mesas de Ibor por la noche las partidas del “Francés”, “Chaquetalarga” y “Quincoces”. Unos van a la taberna de Eulalio Sánchez donde se encontraban el cabo Jiménez Cebrián y el guardia Sostenes Romero, acompañados por el secretario del ayuntamiento, el falangista y jefe local del Movimiento Juan Soleto.

El resto ataca el cuartel, donde se encuentran los guardias Timoteo Cabrera y Juan Martín, los cuales son encañonados en la cocina, pero Juan Martín se lanza a por uno de los guerrilleros derribándolo, pero cae mortalmente herido de dos disparos.
En la taberna, el cabo, el guardia y el secretario inician un tiroteo, en el que se registraron varios heridos. El tiroteo acaba con la rendición cuando los guerrilleros les anuncian que el cuartel ha sido tomado.

Gómez Cantos no se lo pensó, llegó a Mesas de Ibor, y fusiló a sus tres subordinados acusándolos de cobardes.

Esta vez fueron altos cargos de la iglesia los que le aguaron la fiesta, así el obispo de Cáceres, y el cardenal primado Pla i Deniel presionaron al dictador para que se actuara contra el teniente coronel, el cual fue juzgado, apartado de su cargo, y encerrado entre rejas unos meses. La iglesia vio cumplidos sus deseos, pues las presiones a Franco fueron por........... haber negado Gómez Cantos los auxilios espirituales a los guardias cuando iban camino del paredón.

Gómez Cantos murió de viejo, en la cama. Dicen que en sus últimas borracheras desvariaba. Se creía un héroe.




2 comentarios:

El Chouan Ibérico dijo...

"Si tu eres Teniente Coronel de la Guardia Civil, yo soy Comandante del Requeté y como se te ocurra intentar hacer aquí lo que has hecho en Alía, te busco, te encuentro y te pego un tiro".

Estas fueron las palabras exactas que siempre he oído que dijo don Ambrosio Eransus Iribarren a ese señor que era Teniente Coronel.

Salud y Amistad.

Anónimo dijo...

Llegaba Gómez Cantos a Guadalupe tras los fusilamientos de Alía y un vecino le preguntó: ¿Eran rojos los que mataste?
A lo cual este espetó "rojos o blancos no lo sé, segando estaban"
Esto se lo oí contar a mi abuelo