Normalmente, cuando uno empieza a leer trabajos editados sobre la guerrilla, teniendo afinidad y simpatía con “los del monte”, llegas tarde o temprano a conocer cómo algunos inmejorables guerrilleros en su etapa de luchadores en la sierra, se convierten en delatores o traidores una vez caen en manos de la Guardia Civil. Visto así de simple, la línea a cruzar está clara y las, digamos, analogías para con estos mismos guerrilleros se pueden convertir en desprecio. Según vas leyendo y leyendo libros, trabajos, artículos, etc., te vas dando cuenta que esa era una manera simplista de ver las cosas, y, no sé bien como describir lo siguiente de una manera políticamente correcta. Al cabo de los años descubres que los más duros hombres, curtidos en varias guerras, y que no se amilanaban en el cuerpo a cuerpo frente a los guardias, se desmoronan en la sala de torturas cuando les son aplicados los refinados (y no tan refinados) métodos para sacarles la información requerida. Otros simplemente se entregan con los brazos abiertos a sus perseguidores en su afán de salvar la vida propia, aun a costa de entregar la ajena de sus excompañeros. Algunos también fueron hábiles y aguantaron unos días hasta que consideraron que sus compañeros, una vez conocida su captura, se habían trasladado de ubicación a lugares más seguros; después, lógicamente, contaron bajo torturas lo que sabían. Solo hay que hacerse una pregunta a uno mismo ¿qué hubiéramos hecho nosotros en esa situación?.
Hay quien con razón apela a los “duros” que incluso murieron en la mesa de torturas sin soltar media palabra, o fueron fusilados tras la farsa de juicio sin dar información relevante, como Cristino García Granda y otros. También están los que, ingenuos ellos, colaboraron incluso en las contrapartidas señalando campamentos y disparando contra sus antiguos compañeros, siendo fusilados una vez no tenían nada que ofrecer al régimen. En este último caso ¿hubieran actuado así sabiendo el final que les esperaba?, sencillamente creo que no, y es ese inexplicable momento en el que se tiene que decidir si pasar a la historia como un héroe o como un traidor el que te da la gloria o el olvido.
Hay casos conocidos y célebres, como el famoso “Roberto”, jefe de toda la Agrupación que abarcaba Granada y Málaga que, mientras ejerció como tal, imprimió una fuerza y carácter desconocidos hasta la fecha, suponiendo un problema grave al franquismo en esa zona. Acabó tristemente detenido en Madrid y entregando mediante artimañas a los que quedaban controlados por la sierra. Fue también fusilado.
Otro caso similar es el del “Manco de la Pesquera”, guerrillero mítico de la zona donde actuaba la AGLA, y que finalmente es capturado tras un tiroteo y declaró lo que sabía supuestamente de una manera más o menos voluntaria tras los interrogatorios. Luego, tras las nuevas ediciones de historiadores reconocidos, pareciera que el Manco "cantó" de una manera controlada, como si sus declaraciones fueran medidas y realizadas con el fin de salvar al máximo número de compañeros que todavía estaban actuando, así, supuestamente dio lugares quemados y estafetas que él suponía no se iban a usar al saberse de su captura. No ocurrió así y en una de ellas fue muerto un guerrillero que, o bien se arriesgó aun sabiendo que el Manco estaba detenido, o ignoraba tal hecho. Acabó de la misma suerte… fusilado. Si en vez de sobrevivir en el tiroteo hubiese caido en combate, ahora sería considerado como un héroe incluso por los luchadores supervivientes que nunca le perdonaron.
Algunos fueron asesinados por miembros de su partido al ser declarados como supuestos traidores por los dirigentes en el exilio. Otros repudiados por abandonar las armas y cruzar la frontera. Es fácil, desde el exilio y a salvo de caer en manos del régimen, el decidir el destino de unos hombres que arriesgaron todo. Tiempo después se restituyó la memoria de algunos por parte de ese mismo partido que en su día les tachó de traidores.
En todo caso, a mi me interesa ver más el lado guerrillero de cada uno mientras estuvieron luchando contra el fascismo en el monte, desde un punto de vista histórico, independientemente de cómo acabara su vida una vez terminado todo. Eso si, sin ocultar hechos, traiciones o delaciones.
Hay un libro que está todavía en imprenta y no puede ser adquirido hasta dentro de unas semanas que, por el nombre del autor, bien podría ser familiar del guerrillero del que trata la publicación. Se trata de Dionisio Castellano García «Palomo». Este guerrillero cordobés fue condenado a muerte tras el fin de la guerra. Logra evadirse de la prisión junto con varios reclusos. Se une a un grupo guerrillero en el monte y, una vez se consigue organizar la 2ª Agrupación Guerrillera del Ejército del Centro en 1944, «Palomo» fue designado jefe de Estado Mayor. Es descubierto junto a varios compañeros, atacado por la GC y capturado. En su afán de salvar la vida se convierte en colaborador activo de las fuerzas represoras ocasionando la muerte de alguno de sus excompañeros y, en la práctica, la desarticulación de la Agrupación. Finalmente de poco le valieron sus servicios, aun incluso después de su participación en las contrapartidas de la GC, pues es fusilado en agosto de 1951.
Tengo curiosidad por leer este libro que trata sobre la vida en el monte de este guerrillero y de los que estuvieron con él.
“Dionisio Castellano García «Palomo». Su historia y la de otros guerrilleros con él relacionados”. Edita: Aebius (2011). Autor: Dionisio Guerrero Castellano. ISBN: 978-84-15402-37-4.
Hay quien con razón apela a los “duros” que incluso murieron en la mesa de torturas sin soltar media palabra, o fueron fusilados tras la farsa de juicio sin dar información relevante, como Cristino García Granda y otros. También están los que, ingenuos ellos, colaboraron incluso en las contrapartidas señalando campamentos y disparando contra sus antiguos compañeros, siendo fusilados una vez no tenían nada que ofrecer al régimen. En este último caso ¿hubieran actuado así sabiendo el final que les esperaba?, sencillamente creo que no, y es ese inexplicable momento en el que se tiene que decidir si pasar a la historia como un héroe o como un traidor el que te da la gloria o el olvido.
Hay casos conocidos y célebres, como el famoso “Roberto”, jefe de toda la Agrupación que abarcaba Granada y Málaga que, mientras ejerció como tal, imprimió una fuerza y carácter desconocidos hasta la fecha, suponiendo un problema grave al franquismo en esa zona. Acabó tristemente detenido en Madrid y entregando mediante artimañas a los que quedaban controlados por la sierra. Fue también fusilado.
Otro caso similar es el del “Manco de la Pesquera”, guerrillero mítico de la zona donde actuaba la AGLA, y que finalmente es capturado tras un tiroteo y declaró lo que sabía supuestamente de una manera más o menos voluntaria tras los interrogatorios. Luego, tras las nuevas ediciones de historiadores reconocidos, pareciera que el Manco "cantó" de una manera controlada, como si sus declaraciones fueran medidas y realizadas con el fin de salvar al máximo número de compañeros que todavía estaban actuando, así, supuestamente dio lugares quemados y estafetas que él suponía no se iban a usar al saberse de su captura. No ocurrió así y en una de ellas fue muerto un guerrillero que, o bien se arriesgó aun sabiendo que el Manco estaba detenido, o ignoraba tal hecho. Acabó de la misma suerte… fusilado. Si en vez de sobrevivir en el tiroteo hubiese caido en combate, ahora sería considerado como un héroe incluso por los luchadores supervivientes que nunca le perdonaron.
Algunos fueron asesinados por miembros de su partido al ser declarados como supuestos traidores por los dirigentes en el exilio. Otros repudiados por abandonar las armas y cruzar la frontera. Es fácil, desde el exilio y a salvo de caer en manos del régimen, el decidir el destino de unos hombres que arriesgaron todo. Tiempo después se restituyó la memoria de algunos por parte de ese mismo partido que en su día les tachó de traidores.
En todo caso, a mi me interesa ver más el lado guerrillero de cada uno mientras estuvieron luchando contra el fascismo en el monte, desde un punto de vista histórico, independientemente de cómo acabara su vida una vez terminado todo. Eso si, sin ocultar hechos, traiciones o delaciones.
Hay un libro que está todavía en imprenta y no puede ser adquirido hasta dentro de unas semanas que, por el nombre del autor, bien podría ser familiar del guerrillero del que trata la publicación. Se trata de Dionisio Castellano García «Palomo». Este guerrillero cordobés fue condenado a muerte tras el fin de la guerra. Logra evadirse de la prisión junto con varios reclusos. Se une a un grupo guerrillero en el monte y, una vez se consigue organizar la 2ª Agrupación Guerrillera del Ejército del Centro en 1944, «Palomo» fue designado jefe de Estado Mayor. Es descubierto junto a varios compañeros, atacado por la GC y capturado. En su afán de salvar la vida se convierte en colaborador activo de las fuerzas represoras ocasionando la muerte de alguno de sus excompañeros y, en la práctica, la desarticulación de la Agrupación. Finalmente de poco le valieron sus servicios, aun incluso después de su participación en las contrapartidas de la GC, pues es fusilado en agosto de 1951.
Tengo curiosidad por leer este libro que trata sobre la vida en el monte de este guerrillero y de los que estuvieron con él.
“Dionisio Castellano García «Palomo». Su historia y la de otros guerrilleros con él relacionados”. Edita: Aebius (2011). Autor: Dionisio Guerrero Castellano. ISBN: 978-84-15402-37-4.
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