07 agosto, 2006

"Los Jubiles"

Dentro de los distintos grupos de resistentes alojados en los montes de toda España, quisiera remarcar uno que reúne unas características singulares que lo hacen a mi parecer un poco diferente de los demás.

Se trata de “Los Jubiles”, grupo creado en torno a tres hermanos, Francisco, Juan y Sebastián Rodríguez Muñoz, los cuales una vez rotos los frentes de guerra donde estaban encuadrados [88 Brigada Mixta, 2º batallón], y prácticamente acabada la guerra, resolvieron echarse al monte y resistir.

Así se creó una partida de guerrilleros de ideología anarquista, donde no solo imperaba el salvar la vida, sino que desde el primer momento, y al contrario de otros grupos de huidos, se emplearon en acciones ofensivas alternando con la mera supervivencia.

En la desarticulación y represión de los distintos grupos de resistentes diseminados por toda la geografía Española, se emplearon distintos métodos por parte de la guardia civil, estamento que llevó prácticamente todo el peso de la represión al resultar ineficaces los grandes movimientos de tropas regulares del ejercito y columnas moras. Así pues, las contrapartidas, el empleo de los guerrilleros (entregados o capturados) para la localización de campamentos y enlaces, y el terror contra las familias y puntos de apoyo, fueron básicamente las labores empleadas por la guardia civil para intentar acabar con el fenómeno guerrillero, cosa que consiguieron en múltiples ocasiones.

Pero los Jubiles sucumbieron gracias a la labor de un infiltrado por la guardia civil.

Que este método funcionase, solo lo conozco en contadas ocasiones, una en la eliminación del mítico guerrillero “Girón”, al cual el mismo infiltrado [José Rodríguez Cañueto] le dio traicioneramente la muerte. Otra en el cual un infiltrado ocasionó la muerte de 13 guerrilleros y 6 enlaces en una playa asturiana.

Y por ultimo en la A.G.L.A., aunque no descarto su posible utilización en otras partidas.

En esta ocasión, fue Juan Olmo "El Abisinio" el que hizo bien su trabajo, y acabó con todo el grupo, salvo con José Moreno Salazar “El Quincallero”, que es de quien va toda esta historia.

Lo paradójico es acabar con todo un grupo de un solo golpe y matar a todos sus integrantes menos a uno. Tambien es inaudito, que este integrante escape de la cárcel, y sobreviva hasta nuestros días sin haber pasado la frontera con Francia.

José Moreno Salazar fue enlace de Los Jubiles, pero en las continuas redadas contra los puntos de apoyo de la guerrilla, se ve obligado a irse al monte, escapando él mismo de ser detenido.

Después del desastre en el cortijo “Mojapies” [6-01-1944], José Moreno sale vivo de entre los escombros, en lo que quedó convertido dicho caserón, después de las bombas arrojadas por la guardia civil.

Trasladado a la cárcel de Córdoba, es torturado, pero solo pueden sacarle datos conocidos por ellos, que a esas alturas ya no tienen relevancia. Mezclado entre un grupo de albañiles que salían de hacer unos trabajos en el interior de la cárcel, escapa por la puerta, sin que los vigilantes lo adviertan, salvándose del mas que probable fusilamiento.

Antonio Pérez Sánchez es el falso nuevo nombre que José Moreno adquiere para ocultar su pasado, trabajando como agente de seguros en un pueblo de Cuenca, pasa inadvertido año tras año hasta que puede recobrar su verdadera identidad.

José Moreno Salazar Narra sus vivencias en el libro “El guerrillero que no pudo bailar”, muy recomendable su lectura por varias razones.

Una pudiera ser por el relato duro y descarnado de las torturas a que fue sometido el y su hermano delante de su propia madre. Precisamente he visionado recientemente un documental emitido en TV2, titulado “los del monte”, en el cual un mando de la guardia civil, que ejerció la represión contra el maquis, contaba como sonsacaban a los detenidos la información sin violencia, simplemente [decía] por ser los interrogadores “más tercos que una mula”, y así por agotamiento, los detenidos hablaban.

Así pues pongo este extracto del libro de José Moreno, para cerciorarnos de cómo era un interrogatorio “sin violencia”.

“Me dejan en el cuerpo de guardia y enseguida comienza –la fiesta- anunciada en el bar: bofetadas, patadas, puñetazos y vergajazos. Cansados tras tanto esfuerzo, el interrogatorio: -¿Dónde has estado hoy?-. [...] ¿A quien has visto?. [...] Mas patadas y puñetazos. –Declara, confiesa- [...] Sigue la paliza pero ahora, pobrecillos, tienen las manos doloridas y solo utilizan las vergas [...]. Me arrastran a las cuadras [...], allí están liados con Antonio; Mi madre, atada a un pesebre, con la cara amoratada, grita desesperada: -¡Canallas, matadme a mi pero dejad en paz a mis hijos!- [...] ¡Que noche más larga!“


Otra razón es por haber encontrado por fin el relato de un ajusticiamiento interno en la guerrilla, y del que el mismo autor se declara ejecutor, plasmándolo en su obra, cosa que no he encontrado nunca en los numerosos libros que han pasado por mis manos, al adjudicar las autorías a guerrilleros fallecidos, o a traidores que luego desertaron.

Dicho ajusticiamiento lo realizaron contra el “Boy”, un guerrillero que mantuvo relaciones con la esposa de un enlace que los cobijaba, con el consiguiente peligro para el propio enlace y para el grupo en general, con lo cual se acordó su eliminación, y así lo cuenta:

“Monto la escopeta y salgo al patio: -Boy, ha llegado tu hora. Levántate y muere como los hombres-. Aprieto el gatillo y se encasquilla el arma. –Bigotin- reacciona rápido: le dispara a quemarropa. –El Boy- herido de muerte, intenta desenfundar su pistola, antes le descerrajo un tiro en la frente y cae fulminado.”

Y por ultimo se me ocurre la lectura de esta obra, por el pormenorizado relato de su vida en la guerrilla, con las andanzas de un sitio para otro y las acciones en las que participó, dando muestra de una verdadera capacidad para memorizar.

3 comentarios:

El Maquis dijo...

Efectivamente, el libro es de los que no puedes dejar de leer de principio a fin. Esta muy bien estructurado, ademas de no escatimar en la definición de los relatos. Creo que es un ejemplo de lo que una publicación de este estilo, debe tener para verdaderamente contar una historia.

Anónimo dijo...

Sinceramente no he podido leer el libro, pero he oido la historia de labios del propio moreno salazar y francamente es impresionante.
Saludos. Por cierto, los jubiles no eran solo los Rodriguez Muñoz y moreno salazar, habia mas gente.

Anónimo dijo...

Yo acabo de leer la aparición de sus memorias en una edición al parecer fiel a las mismas. La recomiendo vivamente. Este libro que comentáis no lo he leído, pero hablaba muy mal del él propio Salazar y el editor de las memorias que han salido ahora, que se titulan "Los perseguidos..."