El título del post bien podría ser el resumen en ocho palabras de lo que ha dado de sí el Diccionario Biográfico Español. ¡Ojo!, no todas las entradas incluidas en el mismo han sido fraudulentas —por llamarlas de alguna manera—, sino que, aunque ha habido historiadores de prestigio que ni siquiera fueron llamados a participar, si que hubo otros que aportaron sus trabajos de una manera digna. Estos mismos autores se lamentan ahora que por unos pocos, se califique de fraude todo el conjunto.
Resulta escandaloso que, viendo el resultado, se hable de las cantidades recibidas para su elaboración (aportadas por todos y cada uno de nosotros). Unos dicen 5,4 millones de euros, otros 6 y pico…, el caso es que mientras la Real Academia de la Historia está en manos de un puñado de ¿historiadores? afines al franquismo, y reciben cantidades de vértigo convertidas en pesetas (+ o – 900.000.000 pts), las asociaciones memorialistas se las ven y se las desean para recibir las migajas para, en algunos casos, realizar exhumaciones de miles de represaliados que el mismo Franco (el magnánimo) dejó en las fosas comunes.
Desde la propia Academia, y visto el escándalo que ha suscitado la presentación de la obra, nos indican que en las páginas preliminares de todos volúmenes del Diccionario Biográfico Español se pueden leer los siguientes párrafos:
“Las biografías se deben a sus autores. La Academia no ha querido modificarlas, aunque, a veces, hubiese discrepancias en cuanto al contenido de ellas” y “Cada autor es el único responsable del contenido de la biografía o de las biografías que haya escrito y que se publican en este Diccionario.”
Bueno, siempre es socorrido lo de…”la organización no se hace responsable del contenido de las afirmaciones de los invitados, etc, etc”. Pero claro, si el trabajo de biografiar a un personaje como Franco, se le da a un señor que es amigo de la familia, por lo que es el único que puede tener acceso a los documentos familiares, que además está vinculado a la Asociación Francisco Franco, y que es el Presidente de la Hermandad del Valle de los Caídos, no nos tendría que extrañar que el resultado fuese el que ha sido. Franco ha pasado de ser un dictador, a ser una persona “autoritaria”. Del resultado en muertos, heridos, represaliados, encarcelados, exiliados, expropiados, vejados, y bastantes “ados” más, nada se dice. Además nos enteramos ahora que fue un general valeroso y católico que se enfrentó a un gobierno caótico.
Pero claro, la cosa no acaba ahí, y llega el turno a nuestros queridos maquis, si, ellos no solo no pueden ser rehabilitados en la actualidad, sino que años y años de lucha para reivindicar el tratamiento de guerrilleros antifranquistas, maquis, o resistentes armados, no han servido de nada pues, el diccionario convierte a los maquis en "terroristas" y "bandoleros". Carlos Iniesta y José Martín Brocos son los autores que escribieron sobre el capitán general del Ejército franquista y Director General de la Guardia Civil Camilo Alonso Vega, como que “llevó a cabo una importantísima actividad contra las partidas de bandoleros-terroristas, comúnmente llamados maquis". La forma de violencia política conocida por terrorismo pudiera ser aplicada a quienes la ejercen contra un gobierno democrático. La Guerrilla Antifranquista no actuaba precisamente contra un gobierno elegido por soberanía popular, sino todo lo contrario ¿Quiénes eran los terroristas entonces?. Para Martín Brocos, en otras desacertadas entradas del diccionario, la Guerra Civil fue una "cruzada" y una "guerra de liberación". El catolicismo, presente en la terminología histórica de los de siempre.
El franquismo sigue más vivo que nunca. Sus herederos naturales encuadrados en un partido cuyo presidente fue ministro del anterior régimen, no reparan en gastos para seguir torpedeando a base de trabajos pagados a escritores de súper ventas en las librerías de los barrios altos, y con sus millones de votos de trabajadores en paro (Esperarán que Rajoy les soluciones su problema, digo yo), descontentos de todo tipo, trabajadores mileuristas y, todo hay que decirlo, de las familias adineradas de este país que votan como una piña, se sienten fuertes y respaldados. Ahora sabemos que tras las recomendaciones desde diversos ámbitos académicos, e incluso desde el mismo gobierno, la Academia acata la revisión del diccionario, pero mucho me temo que por muchos parches que se hagan deprisa y corriendo… el daño ya está hecho.
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