26 abril, 2010

Víctor García G. Estanillo “El Brasileño”



Guerrillero antifranquista, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Asturias y de la Internacional Comunista.

Asesinado indignamente por sus compañeros del Partido Comunista en 1948, en una de las conocidas purgas internas cuando Carrillo y Dolores Ibárruri ejercían de responsables. Fue acusado de bandolero. Su verdadero crimen fue oponerse a su sustitución y a la de tantos otros como Monzón o Trilla, este último asesinado igualmente.

En informe del PCE de agosto de 1946 en Galicia leemos lo siguiente: “La lucha con García y su grupo, su liquidación política y física es nuestra mayor preocupación (…), creemos estar en camino de liquidarlo pronto”. “Está atrincherado en el monte cerca de Vigo con un grupito de auténticos bandoleros (…)”.

http://blocs.tinet.cat/blog/victor-garcia-g.-estanillo-el-brasileno


21 abril, 2010

La Guerrillera

Encontrado en: http://www.kaosenlared.net/noticia/la-guerrillera

Extasiada del parto “La Guerrillera”
Pensativa observa las alegres flores y la verde enredadera. Venas entrañables que penetran y engendran ¡arriba en los montes! -lejos de la gris dureza en las aceras. La creación se agranda, la esperanza despierta.

Como un cisne erguido, una sombra acampa sin fronteras.

La información le llega por la extensión de sus venas dilatadas, excitadas, inquietas.
Se siente al Maqui en el monte (en el ambiente se le espera), encarna el lenguaje del Búho; necesita saber como se encuentra su compañera.

Ella responde desde el llano (sintiéndose parte de ese bosque que aletea), ambos replican, suenan, ante los altivos castaños, encinas, hayas, higueras.

El Maqui, se alegra, empieza a sentir la lluvia con pies y cadera, percibe la humeante sementera, un gemido se desprende ¡manantial frondoso su placenta!

Lleva horas sin verla y quiere, ¡hoy necesita sentirla más que nunca, más que nada en esta vida!, y deja pasar el tiempo y deja pasar el día sin pudor; para que ella lo sienta, abrazados a la piel del sol, irradiando con sus cuerpos de amor la nueva vida que asoma tras el telón de las trincheras.

Bajó “La Guerrillera” al llano, a un punto de apoyo a parir la/el hijo que esperan.

Es peligroso que a él, le vean en la aldea... Se camufla para acercarse lo más que pueda a la esencia que desprende ella. Siente que la oye, la huele, ¡está cerca, cerca!

El sudor electrizante de los esfuerzos del parto le llegan; le obligan a concentrar toda su atención en ella: en recuerdos que quiere transmitir para aliviarla para quererla, extiende su mano imaginándose al bebito que ya grita, que le espera y siente ayudar diciendo -Sal personita, dale, ánimo, ¡papá está cerquita de la puerta!

El Maqui ¡ríe, ríe!, lanzando una mirada de orgullo y fuerza. Escarba agarrando sobre su mano tierra; le recuerda el arado, bueyes, siembra. La humedad reina en sus manos ¡reina!, la esperanza, ¡reina!

El Maqui observa a izquierda y derecha, ninguna señal de peligro, sólo una bufanda roja entre mucha ropa de color ¡Los partisanos le esperan!

Caminan agotad@s. Tambalean, sus ropas están húmedas y hace frío, hambre; rechinan sus dientes, dan tumbos escondiéndose de cualquier leve ruido, sombra, extraña señal o huella ¡Ellos no dejan huellas -se repite, lo estudia todo, observa; no pueden dejar huellas, nunca permitirá que sigan el rastro de sus hombres y mujeres ¡Siempre, combatiendo el cansancio, la desidia que intenta aferrarse como sanguijuela!

Va quedándose solo, atrás. Quiere volver a concentrarse en ella, su camarada, compañera. Transmitir su apoyo, su sensibilidad en esos momentos duros para ella. Cierra los ojos y se acerca con un vaso de vino entre los dos. Brindaron, cantaron coplas y bailaron danzas de amor durante horas... él cree, piensa; e imagina a los dos entre sábanas blancas ¡si él pudiera!

Intenta des-entumecerse, estirando raíces, uniéndolas a la sólida roca a la que se acerca; transmitirles su eco, al hij@ que que aún espera conocer ¡lo espera, le espera, el hijo le espera!

Posa sobre la gran roca la piel de sus labios y huele el aroma del té, habla sin que le oigan, sin que el viento se alarme, ni emitir el más leve sonido que impida volver a ver y sentirla y al hij@ del amor que el sabe le espera ¡me espeeera!, se repite una y otra vez. En sus ojos irrumpe un manantial de pureza -¡si él pudiera!

En sus fértiles vientres, entre el llano y las montañas, anida el amor, se desarrolla; desbordando sensibilidad en versos, prosa, cantos.

Tiene que regresar en cuanto pueda, volver río abajo, sabe que ella le espera, siempre le espera.

Pero los compañeros también le esperan -se oyó la voz de Martí, hay montes, y hay que subir los montes altos; ¡después veremos, alma, quién es quién te me ha puesto al morir!

Las cabras al monte ¡Corazones adentro!, la revolución se organiza... ¡la República les espera!

Una hilera de siete guerriller@s, desfilando de a uno como cascada, filo de luciérnagas en la noche estrellada, cuerpos como topos, gusanitos de seda que se arrastran para convertirse al amanecer en mariposas que revolotean clandestinas, despistando huellas.

Se juntan a otro grupo que les espera camuflados entre hojas.

Se abrazan jubilos@s, en un entorno que huele a tomillo, saltan algunas liebres por el camino. hileras de flores, remolinos de hierba buena ¡hay momentos esplendorosos que nunca hay que dejar de vivir! En el medio ella... Rosa alegre, roja, emprendedora. Caudal de vida, fortaleza que todos la recuerdan. La naturaleza la acoge, los partisanos la recuerdan. Miguel Hernández canta para ella.

El recuerdo la envuelve entre vivas y banderas en un tierno abrazo, con mucha pasión.

El cuerpo del hijo, también es aclamado entre puños, abrazos y vivas.

Hijo envuelto en la voz del poeta que se oye, que se lee, que se agita en los frentes, ¡¡En los montes de los Maquis de la pos-guerra!! Y le enseñarán entre todos, el camino de la higuera; donde el maestro/el poeta creó las bases de la nueva escuela.

Y otra vez, hoy iremos como nuestros padres y abuelos a sentir el aroma de la tierra, su huerto y su higuera. Hacia ella nos encaminamos las nuevas generaciones, por los altos andamios de las torres, paso a paso por la calle Mayor.

Sólo de nosotros depende que esta fuente se mantenga como bandera. Cantemos al poeta, a todos los poetas que nos ofrecieron su lucha; la nueva escuela.

Así iniciaré mi canto, mi nana de cebolla ¡hojita nueva...!

Miguel: Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado, envuelto en un clamor de victoria y guitarras...

Aún en sus brazos, tiern@, con sus puñitos altos y la sonrisa de la vida en los labios; ancas de ranita, pelusita que despierta. De su endeble cuerpecito surge unirrintzi/grito/llamamiento/despedida... un adiós a su guarida, a ese túnel que como reloj de arena, agotó el tiempo a la sombra en su espera.

¡Todo lo que una criatura puede significar cuando se desea, es difícil de expresar!

Ella le hablaba en silencio, de esta entrañable manera. Mientras el bebito mama sementera de poetas: Acampar sobre tu mirada, sobre el musgo tibio de tu piel. Depositar mi frente, sobre el transparente gusto de tus besos aún discretos, que desdoblas tan delicadamente sobre mis labios cuando te acerco, sosegándome de babitas como fuente mansa e inagotable placer eterno.

Eternamente errar en ti, como por un ramito fresco de pétalos excitantes de aroma, esparramado por los pliegues frescos y tiernos de tus ancas; a mis labios se le antojan del más puro terciopelo. Como una pelusa fina en mis desgastadas manos.

Como primavera en mis labios; alga tierna flotando, entre la sabiduría de los ríos que nos hablan de nuestros antepasados. Curtirás tu mirada en el tiempo. Y, donde fuimos aves clandestinas ¡peces!, donde esponjas de mar ¡ardillas! Que ha esta hora es la hierba de dóciles caricias sus alitas, como puñitos, por los que desfilan sobre el monte guiados los Maquis. Y desarrolles en amor como el de ellos, los pliegues de tus sentimientos; florezcan gigantes los sueños, y crees originales alejándote de las copias, pesadez inculta. Caminarás por los libros de la higuera, de la la Laguna Negra de Soria, de la mano de A. Machado como forma de vida de una era, que no despierta de su sueño; tu cielo como techo son ellos, las estrellas. Serás capaz de beber por ti sólo en este manantial de pureza, sabrás alejarte por tu propio pié, de la mesa de los inocentes que por nada se alteran.

La luna picuda y esbelta traerá a tu memoria -¡ella me ayudó a que tu nacieras! melodías gloriosas de naturaleza nueva; para ese nuevo mundo, que se refleja en nuestros fusiles, pluma, guitarras, cantos, alumbra y te espera en la noche con manto de hojas frescas, de ruiseñor, y danza de ramas nuevas. Amándonos mientras podamos, revolcándonos en ellas, bajo el desnudo cielo, que su vientre nos ofrenda. En tus manos flores silvestres: Es Abril, día 14. La esperanza llama a la puerta, abriéndonos camino entre la maleza que acecha.

Ya en mi boca, el ramo de tus besos tiernos. Lamiendo con mi lengua tu cuerpo de rama verde, que brota sabía nueva de inquietud e inteligencia. Duerme mi pequeñ@ aquí, a solas contigo, disfrutando en la distancia del silencio natural de la selva, el bosque se alegra, el Búho canta y la lunita te observa, ¡estate content@!

¿Vio mi ranita cómo las ramas llegan? -¡te lo dije!

Es Papito que se acerca, quiere subir a los montes contigo para mirar juntos: al fondo las olas marinas se agitan revueltas. ¡Mira estrellita mira, como ellas se acercan!

Claude Debussy, nocturno llega a nosotros con su maravillosa partitura “Diálogo entre el Viento y el mar...” Siente emocionado nuestra algarabía, y caprichoso, cabalga sobre las aguas del mar como jinete desbocado, entre la tempestad que despierta, ¡que ya despierta, papá llega!

Qué lindas escenas había visto dibujadas dentro de la placenta aquél bebito que se disputa a ser personita de las montañas.

Qué sonata sementera brotó de esta historia que emanó de un sufragio universal donde su mamá votó por vez primera.

¡Entre a escena pues, la luna picuda! que ha traído a mi memoria, esas melodías tuyas -¡Madre! de naturaleza nueva que enarbolo hoy para irradiar en primavera de ayer, del hoy que se cerca. Noches con manto de hojas frescas por los montes -¡es mi madre “La Guerrillera”! ¡Bajan, se acercan los cantos del ruiseñor -es mi padre, son ellos!, silbando a su llegada como Búhos con boina y visera, chaqueta de pana, chamarra de cuero, pelliza de invierno... Les responden, danzan, les reclaman ramas preñadas de yemas... Se acercan a la III República Revolucionaria: Miguel Hernández, A. Machado, García Lorca, Frente Popular... Coros, entre el Viento y la Danza de las eras, entre el Viento y el Mar... Els Segadors, Las Compañías de Acero, Los Cuatro Generales, Los Emboscados, El Eusko Gudariak, A las Barricadas, 5º Regimiento...

Llenando de algarabía brazos y ojos, las piernas aligeran, des-entumecen de la humedad que la gran noche caló sus huesos.

¡86 años! Bajan, bajan, los Maquis bajan: por siempre pa`lante, y más pa`lante!

Un intenso abrazo funde lo más consciente del pueblo con los guerrilleros. Y, un ramo fresco de camaradas, representantes herederos de la gloriosa Gran Brigada Internacional: Lincoln, thelman, Tchapaiev, Dambrowski, Rosselli, Comuna de París...

Se ofrecen pitillos, aligeran informaciones nuevas, experiencias, hechos y sucesos que les pasaron... Unos y otros, hijos de todos los frentes, desbordan entusiasmo y mucho mucho amor, saboreando con detalles, todo ese espacio del tiempo, en ese empeño, lucha en común que les emancipó como gente. Por una República Obrero-Campesina, contra los parásitos de las cluecas banqueras del capital, y sus doblones.

Los pétalos tricolor crecen se estiran, un rubí rojo, enorme, se descubre ante las nubes estirando sus piernas. Las espinas de la rosa firmes como fusiles de victoria ¡alertas! defendiendo la raíz, donde anida fantasía e ilusión, sed de revolución.

Las pueblos llegan, también las grandes ciudades se acercan; alejándose de coronas, yugos y flechas... Ejército de moros y cristianos: marroquíes legionarios, sangre franquista, nazismo europeo.

Un nuevo mundo es posible, se abre paso, ensanchando, planificando estrategias. Un poder sobre “el natural” Afro-Italo-Alemán-francés...-

¿Y los aliados?

Se escondieron bajo las piedras, fortaleciendo el crimen y los campos de concentración a l@s republicanos.

Maité Campillo (actriz)

15 abril, 2010

Calle para Manuel Ponte Pedreira

Es muy fácil, solo hay que dar el nombre, la localidad y una dirección de correo electrónico.

Con esto contribuiremos a la petición para que la calle donde vivió en Ordes Manuel Ponte Pedreira, jefe de la IV Agrupación Guerrillera de Galicia, lleve su nombre, y no el actual que corresponde al franquista Alfonso Senra.

Más información:

13 abril, 2010

Hospital Varsovia

Una vez finalizada la Guerra Civil, el exilio obligado francés fue la tabla de salvación de miles de refugiados que tuvieron que cruzar la frontera, huyendo de las columnas militares fascistas que les acosaban. La comunidad republicana, una vez pasado el periodo de alojamiento forzoso en los campos de concentración habilitados para ellos, se repartieron por las distintas ciudades francesas, principalmente las del sur. Toulouse tiene en la actualidad una importante colonia de descendientes de exiliados, y es allí mismo donde se decide crear un hospital que diera cobertura médica a los republicanos.

¿Por qué un hospital al margen del sistema sanitario francés?. La respuesta a esta pregunta se conoció gracias a las investigaciones que se llevaron a cabo muchos años después, y no es otra que cubrir la necesidad de curar a los numerosos guerrilleros españoles heridos, de la fracasada Invasión del Valle de Arán, en la operación “Reconquista de España” del año1944.

Un castillo usado por los nazis durante su ocupación, y abandonado una vez derrotados, sirvió para estos fines. Se encontraba en el Nº 15 de la calle Varsovia, y es de ahí donde adoptó su nombre. Gracias a las mediaciones de las FFI (Forces Françaises de l’Intérieur), del gobierno Provisional Francés y del Partido Comunista de Francia, se consiguieron los permisos y el contacto con su propietario.

La rehabilitación del edificio se realizó gracias a los voluntarios adscritos al PCE y a Unión Nacional. Una vez cumplidos los objetivos sanitarios militares, el fin de la guerra y de los movimientos de tropas antifranquistas hizo que pasase a tener un uso estrictamente civil, con una filosofía social de gratuidad para todos los integrantes del exilio. Una particularidad a destacar es su personal —tanto sanitario como administrativo— compuesto íntegramente por refugiados, lo que le confería también como punto de encuentro entre exiliados.

La vida del hospital tiene muchos episodios de dificultades de supervivencia. Muchas movilizaciones de asociaciones, intelectuales y organismos oficiales tuvieron que realizarse para su salvación. Los vaivenes políticos afectaron igualmente su funcionamiento, pues en una época oscura los comunistas fueron ilegalizados y perseguidos. El hospital deja de ser patrimonio exclusivo de los integrantes del exilio, y pasa a ser de uso común. Se mantiene en funcionamiento en la actualidad y una sala dedicada a los guerrilleros nos indica que los españoles tuvieron en sus manos la gestión total de un proyecto de futuro creado a la medida de sus necesidades.

07 abril, 2010

Ramón Vía

Cultura y democracia [Publicaciones periódicas]:

revista mensual. Nº 4, abril 1950 (en www.cervantesvirtual.com)

Ramón Vía

Por J. Herrera Petere

«Lloraba la voz, lloraba,
lloraba y anochecía
y en Málaga iba la noche
desangrando a Ramón Vía.

Le mataron sin sentencia
porque estorbaba la tinta
la palidez de la muerte
apagó todas las risas.

Cantaba la voz, cantaba,
cantaba y anochecía».

(Copla anónima)

Cuando Madrid sea Madrid y España, España, se recordará su vida inmensa y silenciosa como la mar lejana. El Puente de Vallecas no será entonces desolado arrabal de ruinosos tugurios, será el barrio de Ramón Vía, o por lo menos allí estará su calle y su monumento entre modernas casas, limpias avenidas, escuelas y parques.

Entonces el pueblo español será dueño de sus destinos, propietario de España, y los rivereños del Abroñigal venerarán la memoria de quien tan altamente supo, hasta la muerte, defender la causa de los oprimidos, de los hambrientos entre montones de polvo y basura, tricornio y amenaza de la Guardia Civil.

Todo lo que hoy ocurre parecerá pesadilla, lóbrega fantasmagoría que el soleado puño español habrá aplastado para siempre.

Nació Ramón Vía en 1910, bajo el signo de aquella escoria de caciquil feudalismo. Se sucedían crisis tras crisis de Gobiernos formados por condes, marqueses y marrulleros jurisconsultos, sangraba la guerra de África y comenzaba la rebeldía obrera a tomar cuerpo y forma.

La vida para Ignacio Vía, carpintero del Puente de Vallecas, no era muy placentera con sus siete hijos por sacar adelante y su jornal exiguo.

Ramón, el menor, apenas pudo ir a la escuela. Desde los once años tuvo que trabajar, y a los quince era ya metalúrgico.

Se enardecía la lucha de clases, y aquellos adolescentes, hoy hombres, sentían en sus venas el ardor irresistible de una época nueva, de un batallar antiguo que iba a resucitarse y a tomar nuevas formas. Se proclamó la República. El pueblo, ¿no era acaso lo más fuerte, lo único honesto y fuerte del país?

A los veintiún años ingresó Ramón en el Sindicato Metalúrgico de la UGT «El Baluarte». A los veintidós años fue elegido miembro de un comité de huelga.

Entonces comenzó a conocer por su propia experiencia lo que era la ira de los patronos y lo que la «democracia» dirigida por la burguesía significaba. Pedían los metalúrgicos trabajar cuarenta horas por semana. Madrid se llenó de guardias y de policías secretos o montados a caballo.

Durante tres meses que duró la huelga anduvo Ramón disfrazado de estudiante, con los libros bajo el brazo, huyendo de la policía que lo buscaba.

En el año 1934 los enemigos del pueblo presentaban ya un frente unido y un jefe. Se declaró en España la huelga general y comenzó a combatirse en diversos puntos de España.

Militaba Ramón en el Partido Socialista y le tocó actuar en las Vistillas.

En aquella clara noche de octubre el Seminario parecía una fortaleza inexpugnable. Patrullaban los obreros armados, comunistas, socialistas y anarquistas, prestos a socorrerse.

Detrás del negro edificio se divisaba la luz de un arenal iluminado a ratos por la luna. Más abajo la estación, el río y la casa de campo.

Los portales estaban cerrados, los comercios y las tabernas. Había un silencio de muerte en la capital de España.

De pronto estalló un tiroteo como furioso ladrar de perros. Un compañero fue herido.

Hubo que protegerlo y esconderlo, mientras goteaba sangre, por las callejuelas oscuras.

Al ir a visitarlo encañonaron a Ramón de lejos, con un máuser a ras de tierra. Así conoció por primera vez lo que son las prisiones.

Cuarenta y ocho días estuvo preso. Cuando salió a la calle se encontró despedido del trabajo.

Pero la actividad política de Ramón se redobló. Formó parte de una comisión de metalúrgicos para recoger huérfanos de mineros. Lo eligieron vocal del comité directivo del sindicato. Actuó en la campaña electoral del Frente Popular.

¡Con qué alegría debió festejar el triunfo de las elecciones! Aquella primavera fue para él como para tantos otros obreros españoles la época más feliz de su vida. Azuleaban alegremente las lejanas montañas durante las excursiones domingueras. Era Ramón «muy castizo», según propia confesión. Boxeaba y cantaba.

En aquellos ríos castellanos, turbios y sumidos entre campos amarillos, se formaban sin embargo, de vez en cuando, extraños y lóbregos remansos que ensombrecían el ánimo, cuevas y socavones. Parecían, a veces, de sangre misma los crepúsculos.

Ramón, como tantos otros, sabía lo que iba a ocurrir. Por eso «lo que ocurrió» no le cogió desprevenido ni militar ni ideológicamente. Estuvo en La Montaña, Carabanchel y Vicálvaro, organizó la instrucción militar de millares de afiliados del sindicato, marchó a Somosierra, se alistó en la Primera Compañía de Acero e ingresó en el Partido Comunista de España.

Esperarían algunos refugiados españoles que viajaban en el «Stambruck» que al tocar Orán pisarían tierra, pero no: iban a la arena, a la arena de los campos de concentración del desierto, a la piedra de las canteras del trabajo forzado.

Les esperaban allí también hambre, castigos corporales, desesperación, división política, desmoralización y trabajo de zapa del enemigo. Contra estas calamidades luchó Ramón.

No era solamente el obrero consciente y combativo: era además un militante templado del Partido Comunista, responsable político del campo. Tenía veintinueve años y la experiencia había prendido en sus ideas.

Organizó clases de francés y de historia del movimiento obrero, partidos de fútbol, fabricación y venta de esculturas. Gracias a él la vida del campo se hizo menos insoportable. Abrasábanse muchos de pasión discutiendo los acontecimientos militares y políticos del mundo, y la razón que sentían palpitándoles en el pecho les daba fuerza para soportar los sufrimientos.

Cuando el Partido lo ordenó, fugose Ramón del campo y marchó a Argel. Allí comenzó una nueva vida de emigrado político con todas sus complejidades y heroísmos.

Por aquel entonces Argel era un pozo de agentes de la Gestapo. Estaba Ramón tres veces condenado a muerte, en Argel, en Orán, en Marsella. A pesar de eso, estableció y mantuvo la ligazón con los campos, el contacto entre los Partidos Comunistas español y argelino y... se enamoró de María.

Dos veces le detuvieron y otras tantas logró escapar.

María, vestida de mora, le servía de enlace con los argelinos y le ayudaba en el trabajo de impresión.

En medio de aquella calma aparente, el terror y la alarma continua los iba poco a poco endureciendo.

Un día divisaron un fogonazo en el horizonte.

-Son cañones -dijo María.

Era el desembarco norteamericano.

-¡La liberación!

Y... al poco tiempo, el 18 de diciembre, las autoridades norteamericanas detuvieron a María. La tuvieron un mes presa; al cabo la soltaron diciendo: «Dejadla, que es comunista y no hablará».

Cuando la liberación de París, organizó Vía una manifestación de españoles residentes en Argel, con transparentes que decían: «¡Después de París, Madrid!».

Aquella noche llovía.

Abrazó Ramón a María.

-Vamos a separarnos por algún tiempo. Tú eres capaz de comprenderlo.

Por la calle abajo perdiose Ramón Vía. Iba con un hombre de zamarra negra: un guerrillero del grupo que había organizado.

La sombra de los fuertes cerró la vista de María. ¿Cuándo volvería a verlo?

Atravesaron el Mediterráneo. Negro como la tinta del mar, España era una giba que se teñía de blanco.

Temblaban de frío y ansiedad los guerrilleros. Allá en lo alto estalló una bala de cañón. Crepitaban las ametralladoras. Bajaban los carabineros a todo correr por el acantilado.

Ramón saltó a tierra, apuntó su fusil y pudo contenerlos mientras los demás desembarcaban.

En las sierras de Málaga organizó el Sexto Batallón de guerrilleros. Inmediatamente comenzaron las acciones contra los falangistas, la guardia civil y los bandoleros de las contrapartidas que, dirigidos por los franquistas, aterrorizaban la comarca. En el pueblo de Cómpeta eran especialmente graves esas depredaciones.

Desplegose el Sexto Batallón entre Cómpeta y las montañas que le sirven de fondo.

Tras los olivos es fácil ocultarse, y en los arroyos secos rodeados de zarzales y pitas.

Se adelantó Ramón con otros tres. Por detrás de una casa de labor, llegaron hasta la misma plaza de Francisco Franco.

Tocaron la campana sobre la torre blanca, frente al azul del cielo y de los montes.

Llenose la plaza de amplios sombreros y de gorras negras.

-¡Compañeros de Cómpeta...! -comenzó Ramón.

Repartió luego ejemplares de Por la República.

-...Y ya sabéis -dijo despidiéndose-, si vienen los bandidos de las contrapartidas o los falangistas, aquí estamos nosotros.

Llegaron, como era de temer, los bandidos, y los del Sexto Batallón ejecutaron un castigo ejemplar en defensa del pueblo.

En una ocasión el Sexto Batallón tuvo que hacer frente a 6.000 soldados de regulares apoyados por artillería de campaña.

Ramón Vía dirigió las actividades del Sexto Batallón hasta el 15 de noviembre de 1945. Ese día le detuvieron en las calles de Málaga, a consecuencia de una delación.

Por la detención de Vía felicitaron al Inspector.

En la Comisaría de Málaga le sometieron a tormento para que delatara a sus compañeros.

-¿En dónde vives?

-En ningún lado -respondía Ramón.

Le tenían tendido boca abajo en un banco y le torturaban golpeándole con un vergajo de piel de loro la planta de los pies.

Los dedos se le habían reventado. El dolor le hacía morderse los labios aun antes de que le pegaran.

Veía las botas de los guardias, el ángulo que formaba la pared y el suelo, la pata de una mesa de roble, la raya negra debajo de la puerta...

El martirio duró tres días y tres noches.

Trató de abrirse las venas sirviéndose de la hebilla del cinturón. Con la mano empapada en sangre escribió en la pared de la celda: «Hago esto no por miedo al terror, sino porque no quiero servir de juguete de escarnio a mis verdugos. ¡Viva la República!».

En vista de que no podían hacerle hablar lo llevaron a la cárcel provincial de Málaga. Allí redactó su famoso documento «Yo acuso», que fue difundido clandestinamente por toda España.

Atravesando las negras bóvedas de la crujía central resonaban los pasos de los guardias. Sintió Ramón despertarse su orgullo, había resistido al tormento.

-Éste a la enfermería -oyó decir.

Pero le dolían atrozmente los pies infectados.

La enfermería era un caluroso cuchitril comido de chinches, adosado al depósito de cadáveres.

Había allí un hombre herido, de la CNT. La demacrada cabeza hundida en la almohada, desnudo el velludo pecho.

-Tenemos que trabajar juntos -dijo Ramón.

-Justamente... -respondió el de la CNT.

Decidieron actuar de común acuerdo, comunistas, cenetistas, cavar una galería subterránea para escaparse.

El suelo de las celdas era de piedra; pero después, levantados los sillares, había tierra húmeda, negra y fangosa.

A pesar de la vigilancia especial, cavaron un túnel de treinta metros.

A las tres y media de la madrugada del día 1.º de mayo de 1946 se fugaron por la galería 30 presos: doce de la CNT, doce comunistas y seis sin partido.

Ramón salió el primero para abrir paso.

Comenzaba a amanecer. Allá al oriente surgía dibujándose la silueta de la costa.

Trató Ramón de huir; le esperaban las sierras azules tras de las torres blancas, las torrenteras de pinabetes, el combate, la guerrilla...

Pero los pies le dolían atroz, horrible, cruelmente. No podía andar.

Observó cómo se fugaban los compañeros, y marchó él a refugiarse, por el momento, en casa de un camarada, en Málaga misma.

Era el tercer piso. Desde la ventana se veía el mar andaluz, la tierra rojiza.

¡El mar, el mar, la tierra, España, la vida!

A los pocos días llamaron a la puerta. Eran, sí, los falangistas.

Ahorcaron en el dintel a quien había dado refugio a Ramón. Y a Ramón le asesinaron en plena calle.

En ese mismo día, junio de 1946, hacía probablemente en el Puente de Vallecas mucho calor. Jugaban los niños hambrientos junto a las negras, pestilentes aguas del arroyo Abroñigal sin sospechar que Ramón Vía, que había conocido la tristeza de aquella negra miseria, moría en lucha por una vida mejor...

La noticia del vil asesinato de Ramón Vía conmovió al pueblo, que lleva su recuerdo en el corazón seguro en que llegará el día en que Vallecas, Madrid y España entera rendirá público honor a la memoria de Ramón Vía, abnegado militante comunista, intrépido revolucionario y ardiente patriota.


01 abril, 2010

Calle Cristino García Granda

Héroe nacional en Francia por su lucha contra el ejército nazi, el 21 de febrero de 1996, el Pleno del Ayuntamiento de Alcalá de Henares le dedicó una calle de la ciudad con su nombre, justo 50 años después de ser fusilado por Franco en las tapias del cementerio municipal de Carabanchel Bajo.

http://es.wikipedia.org/wiki/Cristino_García_Granda