08 marzo, 2010

Dos horas de vigilancia

DOS HORAS DE VIGILANCIA

Nublada y negra la noche,
mas entre aquella pinada
sobre las cimas rocosas
de nuestros montes de España,
donde habitan los hombres
que aferrados a las armas,
les llamaban guerrilleros,
héroes de nuestra causa.


De aquel lejano poblado
que en el llano dormitaba,
llegó a los más altos riscos
doce claras campanadas:
Anuncio de medianoche
y de un nuevo día entrada,
dos sombras calladas marchan
cuando, sigilosamente,
por los picachos del monte
parándose ante una jara,
donde un centinela atento
vigila empuñando el arma,
hasta que llegue el relevo,
pues que su turno se acaba,
a ocupar aquel lugar
y puesto de vigilancia.


Son un grupo de valientes
que entre los pinos descansan
confiados en la fuerza
que ejerce el que está de guardia;
un grupo de hombres que sueñan
con los hijos de su alma,
que con ansia los aguarda,
con sus padres, con la esposa
desde aquel día lejano
que hacia los montes marcharan
a luchar contra el franquismo,
el opresor de su causa;
un grupo de hombres valientes
que más tiempo no aguantaban
el yugo y la tiranía
que tan sanguinarias bandas
de vampiros insaciables
de la sangre proletaria;
un grupo de hombres valientes
que esperando están al alba
para aceptar el combate
si les presentan batalla.

Rendidos por el cansancio,
en puro suelo descansan
con las armas a su alcance,
por supuesto, bien cargadas.
Y así va pasando el tiempo
y en la sierra enmarañada,
hasta que llega el momento
en se escuchan, lejanas,
procedentes del poblado,
dos sonoras campanadas
que anuncian a los guerrilleros
las dos de la madrugada,
y vuelve a verse, en silencio,
el relevo de la guardia.

1 comentario:

Miranda dijo...

Felicidades por el blog. La lucha antifranquita debe de rescatarse en la memoria del mundo.
El poema me parece muy bueno.
Un saludo, Miranda
retratodemiranda.blogspot.com