Guardó su secreto y su sentimiento de culpa durante 63 años, pero en abril de 2004 no pudo más y confesó, en una carta anónima, lo que había hecho. En 1941 participó en Fontanosas (Ciudad Real) en el fusilamiento de siete personas por colaborar con el maquis. Los enterraron en una fosa común. Él, que lo hizo obligado mientras prestaba el servicio militar, se fue de allí y calló, pero nunca olvidó. Hasta que en 2004 se decidió a mandar un anónimo al alcalde de Fontanosas, Emilio Valiente, que no paró hasta cerrar la herida de su pueblo.
(Fuente: Carlos Cué/El País/Lunes 13 de febrero de 2006)
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