Lo que pasó en el amanecer del 20 de diciembre de 1946 se va conociendo en profundidad, aunque todavía los investigadores que se acercan a esta población lusa encuentran reticencias de sus moradores para contar sus vivencias, sus recuerdos, o los de sus mayores.
O Cambedo, situado en la zona conocida como la “Raia”, frontera natural entre Portugal y España, mantuvo siempre una relación social, laboral y afectiva con las poblaciones limítrofes españolas. Así, los pobladores de Cambedo, fueron receptivos con sus “vecinos” del otro lado de la frontera que buscaron refugio. Cambedo fue paso obligado de refugiados y huidos de la represión inmediatamente posterior al golpe franquista. Así, a lo largo de los meses siguientes, se convirtió en el resguardo de numerosos resistentes armados antifranquistas, y también lugar de paso de los exiliados que desde Portugal se aventuraban hacia una salida a Sudamérica.
Ese amanecer los habitantes que se asomaban a sus ventanas vieron como el pueblo estaba cercado con cientos de guardias republicanos portugueses, y guardias civiles españoles en cada esquina. Era el preámbulo de la batalla de Cambedo.
Hay indicios que sitúan a las fuerzas represivas en Cambedo, después de tener conocimiento de un golpe que la guerrilla tenia previsto realizar en el palacete del Sr. Domingos Veiga Calvâo el día 21. Sea por ese motivo, o por la traición de un delator, que alertó de la presencia de cuatro guerrilleros en el pueblo, la batalla iba a comenzar.
Se habla de 1200 hombres, en una desproporción inaudita en esta clase de combates, pero sea como fuere, la cantidad si parece que fue excesiva, dado el numero de guerrilleros a combatir.
Las casas sospechosas de acoger a los guerrilleros fueron cercadas por delante y por detrás, y estas fueron las de Escolástica, Adolfo, Mestre, Silvino y la de Engracia.
A las 7 de la mañana, el teniente Mota de Freitas y Joaquín Alves de la PIDE, indican que está todo dispuesto para un ataque sorpresa, pero dos de los “fuxidos” que están dentro de la casa de Engracia, abren fuego y salen huyendo. Se entabla un tiroteo y se refugian detrás de unas pacas de paja, ardiendo una de ellas, con lo cual uno de los huidos intenta la fuga, siendo perseguido por las fuerzas atacantes. Rápidamente se da la vuelta y dispara contra los perseguidores, hiriendo en las piernas a Joaquim Alves. En el refugio del segundo fugado no encuentran a nadie, por lo que acuden rápidos a auxiliar al herido, momento que aprovechan para pedir fuerzas de apoyo al comandante.
Se tienen noticias de que uno de los dos fugitivos ha muerto, y una vez traído al pueblo preguntan a la gente su identidad. Se trata de Juan Salgado.
A las trece horas se entabla otro tiroteo en el patio de la casa de Albertina Gagueja.
El cerco se acomete de inmediato, incendiando un pajar colindante, e incluso usando bombas de mano, pero los de dentro resisten.
Dos guardias republicanos se encuentran entre las victimas de las fuerzas atacantes.
Los gritos de rendición hacia los sitiados no surten efecto.
Un pelotón con morteros de campaña se instala para intervenir.
El comandante ordena el empleo de granadas de gas lacrimógeno sobre la casa, pero el viento contrario les hace desistir.
Cambedo está transformado en un verdadero campo de batalla: cuartel general, tiendas de campaña, abastecimientos, apoyo logístico, puesto de primeros auxilios.
Varios atacantes logran entrar en los bajos de la casa, pero son descubiertos y tiroteados, siendo obligados a salir. El comandante toma la decisión de bombardear.
Treinta morteros son instalados a ciento cincuenta metros de la casa, en un monte cercano, los artilleros apuntan y durante un prolongado bombardeo, se da por hecho que los de dentro están muertos.
Nuevamente se internan para su reconocimiento dentro de la casa, y son tiroteados, con lo que se da la orden de usar otra vez los morteros.
Los miembros de la PIDE se internan entre los escombros, pero sorprendentemente uno de ellos cae herido en una pierna de un balazo salido del interior.
La balacera continua entre los sitiados y sitiadores, los de dentro ahorran balas disparando con una cadencia menor. Cuando ya no pueden defenderse, sale uno de los guerrilleros por la puerta a entregarse, indicando que dentro estaba el cadáver de su camarada ”García”, pues se había suicidado.
La posterior represión contra los habitantes de Cambedo, supuso la cárcel y torturas para una apreciable cantidad de ellos.
2 comentarios:
Segundo algúns estudos que lin, a excusa para arrasar o Cambedo, foi un asalto a un coche de liña regular preparadao polas autoridades portuguesas e españolas e atribuído ós guerrileiros.
Hai confesión dun garda dos que participaron no asalto, como se fose un guerrilleiro.
Foi unha excusa porque, acabada a II Guerra Mundial, o Cambedo xa non interesaba.
Eu son de Verín, auns 10 km de O cambedo,e tamén oín o do bus...
E moitas mais historias de por aqui que non se saben.
Salud!!
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