A los 16 años
entra a trabajar en una mina, en el Pozo Calero de Barruelo de Santullán
(Palencia), localidad donde nació en 1925. Su hermano, Mariano Ortega, fue uno
de los fundadores de la Guerrilla antifranquista palentina, y Brosio se convierte en su enlace. Según él mismo, quiso entrar en la guerrilla, pero su hermano se lo impide por ser todavía prácticamente un niño. Cuando lo descubren, es detenido y pasa 23 años en las cárceles franquistas, tres más de los permitidos, pues participó en una fuga, y una vez vuelto a detener, cumple la condena en su totalidad.
El tiempo en la cárcel pasa muy despacio y hay que emplearlo en algo para poder pasar el tiempo. La pintura fue su salvación, y, de una manera autodidacta comenzó su obra.
Brosio intenta plasmar con su creatividad la realidad de la mina, la del campo, y sobre todo de lo que conoce a la perfección, el mundo carcelario.
En el mundillo de las artes es conocido como el pintor de los mineros.
En una de las entrevistas que le hicieron hace tiempo, con sus problemas respiratorios y de cataratas, declaró: "Ha merecido la pena la lucha para poder disfrutar esta libertad que hoy tenemos".
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