Encontrado en el anexo del libro de Antonio Brevers “La Brigada Machado”.
Guerrilleros del Norte
José Mª Álvarez Posada
(Versos del Maquis – México 1960)
Aunque eran guerrilleros, no poetas,
el nombre de su jefe se sabe: fue Machado.
Y en Sotres –viento en las Moñetas,
trueno sobre las Moñas– este nombre ha quedado.
De urriel su corazón, señor de urrieles,
pastor ya no de cabras, de Cabrales,
si veló por los quesos y las mieles,
hombres aleccionó en los invernales:
La Caballar, Pandébano, Las Vegas, El Tejo…
Dio su higuera a cada Judas
con que topaba en tierras lebaniegas.
Las tablas de su ley, con manos rudas,
en rocas las talló. Quebró en Merodio
los fusiles del odio.
Guerrillero Saturno:
van el Himno de Riego y La Internacional,
en armónico turno,
brotando de tu armónica triunfal.
Con su nombre evangélico, su apellido de acción,
quien Mateo se llama y se apellida Obra
marcha por Valdeón
y con Machado llegará hasta Dobra,
justiciero en Caín,
Potes y Reocín.
Machado, Obra y Saturno van del Cares al Deva,
suben a Peña Rubia, trepan a Peña Sagra,
descienden a Barruelo. Dicen la buena nueva
y ya el sol de Castilla la consagra.
Y, después, el Viriato de los Picos de Europa,
de esta Europa que es libre entre sus picos,
vuelve a la niebla, madre que lo arropa.
Ya está en Sotres la guerrillera tropa,
la armónica desgrana villancicos…
Machado va a morir, pero él ignora
que, al volver a Cabrales, lo llamaba su hora.
Lo parte en dos una ametralladora.
Con sangre quedó escrito en el nevero
el nombre más señero: Machado,
comandante guerrillero.
Y Fierro, el que subió a Peñamellera
y bajó al Llanes por el Cuera…
Fierro, el del Pico Vierro
y el del Pico de Boro…
Fierro, brazo de hierro…
Fierro, barba de moro,
padece una enfermedad muy rara.
Lepra o no lepra, el mal le corroe la cara,
en su cerebro un día estalló la locura
y bate sobre Sotres sus alas la pavura.
Granadas, automáticos, fusiles…
Los muertos por decenas: guerrilleros,
gente civil, guardias civiles.
Hogueras son los chozos montañeros,
muge el ganado, arde con el monte la aldea
y Fierro brilla y muere, ya es tan solo una tea.
Mina la de Uragaya:
subterráneos a oscuras, galerías
abandonadas. Invisible el rostro.
Basurto, Somorrostro.
Danza de policías,
incendios en Carranza,
deviene danza fúnebre la danza.
Los últimos Mateos, los últimos Saturnos,
paladines nocturnos
en el 49 fusilados,
ahí están enterrados.
¡Ahí en el cementerio
de Derio!
Preguntad por la fosa
común de esos valientes.
Dejadles una rosa
y continuad su gesta los nuevos combatientes.
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