Este es el segundo trabajo literario de Francisco Segarra, el cual debutó en esto de escribir libros (según su editorial) con uno sobre toros bravos también en la comarca del Maestrazgo y Els Ports. Nunca recelo de ningún autor a la hora de empezar a leer un libro sobre maquis, incluso aunque no sean especialistas en el tema. He leído de todo, y he encontrado historiadores que no cuentan nada interesante o novedoso, periodistas que incluso ganan premios y hacen un trabajo decente, o miembros de las fuerzas represoras de los que ya sabemos lo que nos vamos a encontrar. Por eso, cuando encontré en Internet el anuncio de esta publicación, no lo dudé y lo pedí inmediatamente. Cuando me dispuse a empezarlo y leí el prologo a cargo del alcalde de Catí (del PP), no encontré nada que me diera pistas de lo que encerraba esta nueva edición bibliográfica sobre la guerrilla pero, para abrir boca, incluyo un fragmento del autor del libro que encontré nada más empezar su relato, justo en el Preámbulo:
“De la misma manera que en las guerras del siglo XIX, al finalizar la Guerra Civil del 36 fueron apareciendo bandas de bandoleros, compuestas principalmente por personas que, siendo del bando perdedor, tuvieron que refugiarse en el monte por miedo al revanchismo del bando ganador”. (pág.-14)
La Guerra Civil entra de pasada, sin explicación de su origen y de los que la iniciaron, también encontramos la definición burda acostumbrada de los del monte… “Bandoleros”, aunque luego en el desarrollo del libro los llama guerrilleros, maquis e incluso bandoleros una vez más. “Bando perdedor”, o lo que es lo mismo, gobierno legítimo republicano relegado a la categoría de bando, como si un grupo de amigos se enfrentara a otro y espontáneamente surgiera la pelea en la que unos ganan y otros pierden. Y por último, “miedo al revanchismo”. Miedo no, realidad de los asesinatos y represión contra los que defendieron un estado legal diferente al que ellos buscaban cuando iniciaron la guerra.
Más adelante, al ser un estudio sobre la A.G.L.A., los preparativos en Francia para la Invasión del Valle de Arán también están presentes inevitablemente:
“Como se trataba de entrar en España la máxima cantidad de gente posible, hubo personas del PCE (matones), que se personaban en las casas de los refugiados que no estaban ya para más aventuras bélicas, y les obligaban a enrolarse bajo amenazas de muerte. Parece ser que a los que se resistían a esta exigencia, se le ejecutaba”. (pág.-28)
No es que sea yo precisamente un ferviente defensor de los métodos sectarios y expeditivos del PCE de aquellos oscuros tiempos, pero sí he leído también bastante sobre los preparativos de dicha invasión y, la mayoría de las veces encontré que eran voluntarios que una vez vencido al invasor nazi en Francia, se dispusieron a entrar en España para forzar la ayuda aliada. Lo de que iban engañados en el sentido que las gentes en el medio rural les ayudarían con los brazos abiertos, ni yo, ni ellos, intuyo que se lo creyeran. Pero hay algo al final que me llama la atención, y es lo de “Parece ser”, que suena a “he oído”, “me han contado unos que lo oyeron por ahí”, en fin, que si lo que queremos es historiar un hecho, lo mejor es investigar. Pero eso sí, estoy abierto a admitir asesinatos de los que se negaban a entrar en España, cuando se me presenten las pruebas, aunque sean de algún familiar que lo viviera.
Creo que este post va a ser un poco más largo de lo habitual, porque hice bastantes marcas en el libro según iba avanzando. Otro fragmento:
“Los maquis en las ciudades y pueblos atracaban entidades bancarias, tiendas, farmacias, fábricas, y almacenes. En las masías, bajo amenaza, se llevaban víveres, comestibles (…). El dinero que obtenían, entre otras cosas, lo utilizaban para sus gastos y para ayudar a las familias de los presos”. (pág.-38)
No cuenta lo que otros historiadores, y es que pagaban a los masoveros un precio mucho más alto del estipulado por lo que se llevaban o lo que encargaban, que también lo hacían, para que compraran en los pueblos lo que necesitaban. Sí es verdad, y todo hay que decirlo, que hubo veces que no tenían dinero para pagar, sobre todo en los tiempos difíciles donde no se podían abastecer, pero todo hay que contarlo. Tampoco es cierto que en todas las masías se llevaran comestibles bajo amenaza, pues hubo puntos de apoyo que gustosos se las ofrecían, y otros que actuaban por los precios que pagaban, pues hubo de todo.
Más adelante explica la serie de leyes que Franco fue creando en la lucha contra el maquis, y una vez explicada la “Ley de Fugas”, dice esto:
“En la persecución de la guerrilla en la época de los maquis se tuvo que llevar a cabo en más ocasiones de las deseadas (…)”. (pág.-47)
Sí, leemos bien, no solo justifica que “se tuvo que llevar a cabo”, sino que, aunque fueron “deseadas”, se pasaron un poco en su aplicación. Hombre, así ya me quedo más tranquilo.
El libro en sí es una sucesión de hechos cronológicos sobre las actuaciones de la guerrilla en la zona estudiada. Muchos de los hechos son simples copias de los atestados de la Guardia Civil, pero como no cita la fuente, parece como si lo escribiera él. En todo caso, sea él o la Guardia Civil, cuando se refiere a “muerto cuando intentaba huir”, no aclara que se debió a la aplicación de la ley de fugas, o como en este caso que pongo, los guardias civiles eran extremadamente hábiles en sus interrogatorios, donde supongo, las torturas no estaban a la orden del día:
“Este, tras hábil interrogatorio confesó que pertenecía a la partida de Petrol (…)”. (pág.-58)
Las actuaciones de la Guardia Civil son reseñadas:
“Este comandante tendría dos años más tarde, concretamente el día 6 de noviembre de 1949, otra actuación brillante al asaltar Cerro Moreno (…)”. (pág.-79)
Fue el 7 de noviembre, pero qué más da un día más o menos ¿no?, además, lo que importa es que el susodicho comandante tuvo una actuación brillante en el asalto donde intervinieron 500 guardias civiles (otras fuentes estiman 1000) para cazar a 13 guerrilleros que se encontraban en el campamento en ese momento, eso sí, con la orden de no dejar ninguno vivo, aunque a pesar de todo, uno se les escapó.
Y para ir acabando. porque si no se haría más largo de lo que ya es de por sí, una foto de las que incluye es de cuatro granadas que se encuentran, digo yo, en un museo de la Guardia Civil, pues en el pie pone “Historia de la Guardia Civil”, y añade “Bombas fabricadas por la guerrilla y recuperadas por la Guardia Civil”. Eran unos “manitas” los guerrilleros, pues así de entrada reconozco una llamada “Laffite” y otra de “piña”, de las usadas en la Guerra Civil, por lo que no es probable que las construyeran ellos.
La historia de la Guardia Civil y su brillante lucha contraguerrillera, sí merece un capítulo, así como otro para el General Pizarro y su creación de las contrapartidas, aunque de la aplicación sistemática de la ley de fugas por parte de Pizarro no dice nada, y de las contrapartidas tampoco cuenta los desmanes contra los puntos de apoyo, asesinatos incluidos. Eso sí, los ajusticiamientos internos entre los propios guerrilleros sí que los trata ampliamente, con fechas, nombres y cantidades… eso si que está bien, porque a mí en particular, sí que me gusta que la MEMORIA, se divulgue tal como fue, sin esconder nada ni tergiversar los hechos. Tengo noticias que ya está la segunda edición a la venta (puede que incluso la 3ª), y es que este tema en la zona del Maestrazgo todavía levanta pasiones al ser algo vivido en una época relativamente reciente, y seguir muchos de los testigos todavía vivos. Con todo ello, con los errores y desmanes que se pudieron cometer (que los hubo), yo, mis analogías, mis simpatías, siempre estarán… con los del monte.
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