28 septiembre, 2008

Campamento de la AGLA “Peña del Enjambre”

Fuente: Los Guerrilleros de Levante y Aragón – Salvador Fdez. Cava.
(Sacado de un sumarísimo militar franquista).

(...) llegaron el "Genaro" y otros desconocidos los cuales le salieron al paso en ocasión de dirigirse a su casa desde casa de sus padres, los que le llevaron a casa del Antonio obligándole a que les preparase comida facilitándoles cuatro panes y una docena de huevos que le pagaron y marcharon en dirección a Teruel. Estando en el campamento en la Peña del Enjambre, presionado por el enlace de los bandoleros llamado Crescencio Pastor, vecino de la aldea de Las Rinconadas, que ejercía de peatón desde Aras de Alpuente y Casas Bajas a Santa Cruz de Moya, se presentó en dicho campamento llevándoles el encargo por parte de dicho peatón de que estuviesen alerta porque la noche anterior había ocurrido un tiroteo entre la fuerza y los guerrilleros en el punto de la carretera bajo de Las Rinconadas...; en una de las ocasiones en las que estuvieron en la aldea de Orchova, estando en el campamento de la Peña del Enjambre hicieron baile en la misma aldea en la puerta de un tal Casíldo que era enlace perfecto de los mismos. (Sumarísimo 92-v-48, AJMV)

Fotos del emplazamiento exacto del que otrora fue el campamento de la AGLA “Peña del Enjambre” en el término de Santa Cruz de Moya - Cuenca.







Debajo de la peña donde indica la flecha, se encuentra una oquedad que servía a los guerrilleros de almacén de pertrechos.



Vista desde el campamento

21 septiembre, 2008

Relato en un foro

Luz Gonzalez, nick encontrado en un foro y con este relato sobre el maquis:

Cerca de Villaescusa, en Villalgordo del Marquesado, perdió la vida uno de los maquis, el 23 de agosto de 1948.
A lo mejor en el momento de morir pensó que toda su lucha había sido inútil. Que moría como un perro y que nadie se acordaría de él. Y así fue durante muchos, muchos años. Su tumba estaba apartada en el corralillo donde se enterraban a los niños que iban al limbo, porque morían sin haberlos bautizado, y a los que se quitaban la vida y tampoco podían enterrarlos en sagrado. Claro, era un maquis, un rojo, tenía que ser un descreído por fuerza. Aunque fuera apenas un muchacho, Y aunque no se hubiera quitado la vida voluntariamente como los que enterraban allí, sino que había sido asesinado por la espalda, a sangre fría, por uno del pueblo, un católico de los que iba a misas todos los días y al que seguramente pondrían una medalla por aquello.
Nadie se atrevió nunca a poner flores en su tumba. Todos los años, por los santos, la gente iba al cementerio a rezarle a sus muertos pero nadie venía a rezar a la tumba del maquis. Hasta hace unos diez años. Una mañana, la tumba apareció arreglada, habían quitado los hierbajos que crecían alrededor y la tierra estaba limpia. Además habían puesto una cruz encima. -¿Quién fue?
-Nadie vio a nadie. Quien fuese que vino, entró en el cementerio clandestinamente y con el mismo sigilo que llegó se fue.
-Pero algunos del pueblo estaban muertos de miedo. Creían que podían venir a por ellos.
-O a lo mejor eran las conciencias.
-Pero no vino nadie nunca más. Y la tumba sigue ahí, solitaria y apartada del resto. La tumba del maquis.

-Ahora ya, hablan de ellos los libros. Pero la gente todavía tiene miedo de hablan de ellos. En Villaescusa también estuvieron
- Se escondían en la sierra la Villa y desde allí bajaban a Villaescusa, a Rada.
- Dicen que uno tenía una novia en Los Hinojosos y uno del pueblo que la quería - que luego sería su marido – avisó a la Guardia Civil de que estaban en la casa. Fueron y se liaron a tiros, hubo muertos.
- Iban de un lugar a otro por estos pueblos. Llegaron hasta Las Pedroñeras. Mi padre me contó que se encontró con ellos una vez.
Hacía menos de una semana que estaba en una finca entre Las Mesas y Pedroñeras. Lo habían llamado para podar las viñas y se mudó allí con su mujer encinta. Era el mes d e noviembre, la víspera del día de difuntos, ya muy tarde, cuando dejó de trabajar en el campo y se iba para la casa. Por el campo, a aquellas horas, no había nadie y no se oía nada más que el viento. Se echó la chaqueta por encima y echó a andar. De repente, notó una mano de alguien, por detrás, que le cogió del brazo.
Ese alguien, o los que fueran, habían salido de entre los árboles, porque no los había visto antes. Se volvió con miedo y se dio de bruces con tres desconocidos sin afeitar y con barba de varios días. Uno de ellos llevaba el brazo en cabestrillo y liado en un trapo. Tenía mala cara y a todas luces se veía que estaba herido.
Le preguntaron por el anterior guarda y mi padre contestó:
-Ya no está, ahora ocupo yo su lugar.
Entonces le pidieron vendas y gasas. Mi padre les dijo que no tenía de esas cosas porque llevaba poco tiempo viviendo en la casa, pero ellos insistieron en acompañarlo hasta allí. Cuando llegaron, mi madre casi se muere del susto, al ver a m padre entre aquellos hombres con tan mala pinta. Le pidieron las gasas y el algodón, no sé si vendas también, y mi madre le dijo lo mismo que mi padre, que no tenían de nada porque acababan de llegar. Los creyeron y se fueron.
Al día siguiente mi madre ya no quería estar allí. Le pidió a mi padre que la llevara al pueblo para quedarse y mi padre se quería quedar con ella porque yo iba a nacer de un momento a otro.
Decidieron que ya no se iban a vivir a la finca pero no podían dejar el trabajo así como así. El capataz les preguntó la razón para ese cambio. No podían dejar un trabajo sin dar explicaciones. Y tuvo que decírselo. Entonces le obligaron a ir a la Guardia civil a decir lo que habían visto y no tuvieron más remedio que hacerlo.
Allí estaba un SOMATEN de El Provencio. Había muchos policías que habían venido aposta y a mi padre no le dejaban tranquilo haciéndole preguntas y enseñándole fotos para que identificara al Chinchón. Nos contaba que le parecían todos iguales….
Por fin lo dejaron en paz y se fue a su casa.
Yo nací enseguida, ya en el pueblo. Mis padres se negaron a volver a trabajar en esa finca

- Todo el mundo, en Villaescusa, sabía que en la sierra había maquis. No creas que no pasó la gente entonces. Unos a un lado y la guardia civil al otro y tú en medio.
Una noche estaba mi padre con Pistolas y llamaron a la puerta: “Flores, Flores, que nos prepares una oveja que mañana venimos a por ella”. Por eso nos enteramos nosotros que Pistolas se llamaba Flores de apellido. Todo el mundo Pistolas, Pistolas,….Era el pastor de en ca Don Eduardo el médico. ¡Y claro, qué iba a hacer el hombre!. Pues tuvo que matar la oveja y arreglársela para que se la llevaran.
-Y nadie dijo na.
-Copón, copón, ¿cómo quieres que dijeran algo? Si abrían la boca los mataban.
-Ea, ¿y tu crees que don Eduardo no se enteraba? Tenía que saber que le faltaban ovejas pero el hombre, pos tampoco decía na.
-Luego también vino la Guardia Civil a por él.
-Lo interrogaron, pero lo dejaron libre. El hombre no tenía ninguna culpa.
- Ni el Pistolas tampoco.
-Mucha gente los veía pero no decían nada. Mira tú, Juan Jiménez. Una vez venía de Belmonte andando y se los encontró. Le dijeron que no contara que había visto a nadie. “Somos los maquis, no digas en el pueblo que te has encontrado a nadie por el camino” Y no dijo a nadie nada. Sólo mucho después, ya cuando había pasado todo, pudo contarlo. Y pasó mucho miedo.
-Si creo que hasta venían a jugar a la Banca a la posada. Como nadie los conocía, pasaban como forasteros.

12 septiembre, 2008

Recompensa por la captura o muerte de «Juanín» y «Bedoya»



Nota aclaratoria de lo que valía la muerte de «Juanin» y «Bedoya» para el que diera datos que la posibilitaran.


Se otorgará un premio en metálico de 500.000 PESETAS
(QUINIENTAS MIL) a cualquier persona que facilite una
confidencia que conduzca a la captura o muerte de los bandoleros

Juan Fernandez Ayala (a) «Juanín»
y Francisco Bedoya Gutiérrez (a) «Bedoya»

la que le será entregada tan pronto se realice el servicio.
Para garantizar la más absoluta reserva de la persona que
Facilite la confidencia, puede ser hecha por escrito, sin firma,
dirigida a una de las señas siguientes:

Apartado de Correos, numero 60.-TORRELAVEGA
Apartado de Correos, numero 16.-CABEZÓN DE LA SAL

De este escrito debe conservar un duplicado idéntico, a cuya
presentación recibirá la recompensa indicada.
Para la debida identificación de quien dé la confidencia, una
Vez efectuado el servicio dirigirá una nota a iguales direcciones,
En la que determinará población, lugar, día y hora que estime
Conveniente, al que concurrirá y previa identificación por medio
Del duplicado del primer escrito, recibirá la suma antes expuesta,
Debiendo indicar forma en que se ha de ser reconocido

Cabezón de la Sal, Diciembre de 1955

06 septiembre, 2008

Asalto a un campamento de la A.G.L.A. – Villarejo de la Peñuela

En el sumarísimo encontrado en el libro de Salvador F. Cava “Los guerrilleros de Levante y Aragón” leemos esto:

“un grupo móvil, contrapartida, de la fuerza descubrió en el sitio conocido por Cerro de la Cabeza, término municipal de Villarejo de la Peñuela, Cuenca, a cinco bandoleros. El sargento jefe de dicho cuerpo dio las órdenes pertinentes para asaltar dicho campamento, entablándose entre esta fuerza y los bandoleros un intenso tiroteo que duró tres horas, dando por resultado dar muerte a cuatro de respectivos los bandoleros, y capturar prisionero a otro. Como consecuencia de este servicio y por haber sido descubiertas unas huellas de pisadas, el sargento Isidoro Arenas Rubio, jefe del citado grupo, con sus acertadas disposiciones y hábiles maniobras condujo a toda su fuerza hasta la zona conocida como Cerro de la Cabeza, término de Villarejo de la Peñuela, donde sobre las 16 horas del día 16 de octubre de 1948, el citado sargento al coronar una meseta, descubrió un campamento en el que se hallaban cinco bandoleros, encontrándose en esos momentos a unos cinco metros de ellos, inmediatamente hizo fuego sobre uno fallándole el arma, volviendo a cargarla con rapidez hizo fuego sobre otro que a su izquierda le apuntaba con la metralleta, consiguiendo matarle de un disparo, resultando ser el conocido por el nombre de guerra de “Manolete”, en aquel momento los bandoleros convenientemente parapetados abrieron fuego intenso sobre los que pretendían asaltar el campamento, durando éste tres horas, y ante el temor que se les hiciese de noche, el sargento Arenas, despreciando todo peligro, con arrojo y decisión saltó hacia los que se hallaban ocultos, haciéndolo también el resto de grupo móvil con un espíritu digno de encomio, saliendo en persecución de los cuatro bandoleros que trataban de ocultarse entre lo más espeso del monte en su huida, sin dejar de hacer fuego y lanzar bombas de mano contra la fuerza. El cabo Mariano Real Pérez, componente del grupo persiguió a dos bandoleros hasta la umbría Valdetrillos, y utilizando hábilmente el terreno consiguió esquivar el fuego que se le hacía, y aproximándose en rápida carrera a los rebeldes que huían para con sus certeros disparos darles muerte a los que resultaron ser los conocidos con el nombre de guerra de “Martín” y “El Pena” y “Chiriviqui”. Por el guardia 2º Juan Real Pérez y un paisano confidente que viene actuando con el grupo móvil desde el principio, se persiguió a otros dos que huían hasta la Solana de Enebral donde mataron a otro rebelde conocido por “Jesús”, y como a unos setecientos metros de este último sitio, en el barranco Fuente Cristina, por dicho guardia y el paisano se hizo prisionero al también rebelde conocido por “César”, y el resto de la fuerza cubrió con rapidez los costados en evitación de que pudieran hacer una emboscada al grupo”


Tras la exhumación de los guerrilleros, leemos un extracto del informe forense de “Paleolab” que dice esto:

(…) Los primeros resultados antropológicos y paleopatológicos indican que los cuatro cadáveres presentan abundantes fracturas perimortem (que se efectuaron en un tiempo muy próximo al momento del óbito) en miembros superiores e inferiores. Se trata de fracturas y fisuras costales, humerales, femorales y pélvicas sin supervivencia. Por otra parte, los cuatro cuerpos presentan politraumatismos craneales severos e incompatibles con la vida y cuyo mecanismo de producción fueron lesiones por arma de fuego y contusiones y aplastamiento por piedras de gran peso.
Durante los trabajos de exhumación se pudieron recoger cinco proyectiles de calibre corto asociados a los distintos esqueletos, que actualmente están siendo sometidos a un análisis balístico forense.

Relación de guerrilleros incluidos en la fosa del cementerio municipal de Villarejo de la Peñuela:

- José Argilés Jarque, «Manolete»
- Jesús Sevilla Herraiz, «Martín»
- Constantino Herraiz Rey, «El Pena»
- «Jesus», de acento andaluz (sin datos)

Fotografía de bala incrustada en la nuca de uno de los guerrilleros.
Fuente: Paleolab